Con ayuda del Espíritu Santo,tal vez ha llegado por fin la hora de un Papa africano

Paride Tabán, obispo de Sudán del Sur, recibe de «Mundo Negro» el Premio a la Fraternidad 2012.

Paride Tabán, a la puerta de la capilla de los Misioneros Combonianos y «Mundo Negro» en Madrid.@ Ernesto Agudo

Paride Tabán, a la puerta de la capilla de los Misioneros Combonianos y «Mundo Negro» en Madrid.©Ernesto Agudo

La revista «Mundo Negro» entrega hoy, en el marco del 25º encuentro de Antropología y Misión, el Premio a la Fraternidad 2012 al valiente y bienhumorado obispo de Sudán del Sur Paride Tabán (Opari, 1936), por «una vida dedicada a construir puentes de encuentro, diálogo y reconciliación». Aunque su nombre significa «cansado» en árabe, Tabán no ha dejado de trabajar jamás. Durante la larga y cruenta guerra con el gobierno árabe de Jartum no dejó de prestar apoyo moral y material a su pueblo, y de jugarse la vida. Aunque cauteloso (invoca siempre al Espíritu Santo), admite que «tal vez ha llegado por fin la hora de un Papa africano».

Desde que en 2004, a los 68 años, presentara su renuncia como obispo de la diócesis de Torit, que le fue aceptada por el Papa Juan Pablo II, este recién propuesto candidato al premio Nobel de la Paz se ha empeñado en un nuevo proyecto: el Poblado de la Paz del río Kurón. No le cabe duda de que «el futuro de la Iglesia católica está en África». En 1994 recibió el primer Premio a la Fraternidad. Acaba de anunciarse su candidatura al Nobel de la Paz. A pesar de sus 77 años, el obispo se sigue levantando a las cinco de la mañana, dando mil pasos y haciendo 20 flexiones. Todos los días. No aparenta los años que tiene, se le ve vigoroso, y, como siempre, bienhumorado y ágil.

Nos conocimos hace 18 años, cuando Tabán tenía 59 años. Nos volvimos a encontrar ayer en Madrid, muy lejos de Narus, 50 kilómetros al norte de la frontera con Kenia, en la provincia de Equatoria Oriental, entonces en disputa en un Sudán en plena guerra civil, ahora parte del más joven país del mundo, Sudán del Sur (alcanzó la ansiada independencia en 2011, tras un referéndum en el que ganó el sí de forma abrumadora). En aquella época solía recorrer 5.000 kilómetros al mes en coche, atendiendo a las 600.000 almas de la diócesis de Torit, que tiene tres veces la superficie de un país como Burundi. Le conocían como el obispo errante. Los Antonov del Norte solían lanzar bombas sobre poblados sudaneses del sur que servían de refugio a la guerrilla del Ejército Popular de Liberación de Sudán del Sur, aunque el propio obispo estaba entre los objetivos de la aviación norteña.

—¿Son sus relaciones con el Vaticano mejores que la primera vez que nos encontramos, en Narus, en el sur de Sudán, en plena guerra?

—Cuando celebré mi 75 cumpleaños recibí una felicitación de Roma. Pensé que me habían olvidado, pero al ver que me felicitaban me di cuenta de que no me habían olvidado del todo [dice con socarronería mientras ríe con ganas]. Y además estoy recibiendo mis 4.000 dólares de retiro cada año. Mi pensión llega puntualmente y eso tal vez quiera decir algo. Y estoy seguro de que me enviarán una felicitación el año que viene por mis 50 años de sacerdocio.

—¿Ve que hay una nueva sensibilidad hacia África desde Roma o sigue estando muy lejos de entender su día a día?

—Roma es la sede de la Iglesia católica, nuestra madre, y siempre miramos hacia ella no en un sentido material, sino espiritual. Si miráramos hacia ella desde un punto de vista material podríamos pensar que nos han olvidado, pero como miembros de la Iglesia vemos que el Santo Padre reza por nosotros. El Vaticano tal vez debería pensar más en África, porque la Iglesia está floreciendo en este continente, donde hay muchas vocaciones. Puede que la Iglesia católica esté muriendo en otros sitios, pero su futuro está en nuestro continente. Aquí hay esperanza.

—¿Entonces está llegando el momento de un Papa africano?

—Creo que ese es trabajo del Espíritu Santo, no del ser humano. Durante años solo los italianos podían ser Papas. Nuestro modo de pensar no está presente actualmente en Roma. Pero es trabajo del Espíritu Santo. La hora llegará.

—¿Pero quizá deberían llamar la atención del Espíritu Santo?

—Rezaremos. Durante la celebración de un siglo de evangelización en el Sur de Sudán, en el año 2012, le dije al cardenal nigeriano John Onaiyekan: eres un joven cardenal, esperamos que tal vez lleguemos a ver en ti un Papa para África. ¿Nosotros, qué podemos hacer nosotros?, me respondió. Eso es cosa del Espíritu Santo. [Y vuelve a reír con ganas].

—¿Está Sudan por fin en paz?

—Sudán del Sur ya está en paz. Sudán todavía no, porque todavía hay guerra en Darfur, en el estado de Blue Nile, en la parte este del país. Es cierto que ha habido provocaciones para intentar volver a la guerra con Sudán del Sur. Pero nosotros les hemos dicho que ya basta. No queremos volver a la guerra nunca más. Hemos tenido suficiente a pesar de que ellos han bombardeado, han provocado. Pero no vamos a responder como ellos desean.

—¿Fue la separación del norte la única forma de resolver los problemas del mayor país africano?

—Sí, pero no fue una separación, fue un derecho. Porque en realidad incluso desde la época colonial el Sur de Sudán fue tratado como si fuera otro país. Cuando alguien del norte era enviado a trabajar al sur recibía un subsidio especial por tener que vivir allí, como si siguieran trabajando en el norte. Hace mucho tiempo que el Sur de Sudán era otro país esperando por el momento de declarar su independencia, que fue muy difícil. Durante muchos años los sureños eran llamados esclavos. Al menos, gracias a Dios, la libertad, teóricamente, se ha convertido en una realidad. Para África este ha sido siempre un país africano. ¡Que ridículo para un africano que algunos llamaran a nuestro propio país un país árabe! África se siente feliz de contar con un nuevo y fuerte país africano, donde viven no solo tradicionalistas, cristianos y musulmanes, sino que todos se consideran a sí mismos como africanos. A pesar de que la mayoría son cristianos, las otras religiones están reconocidas y cuentan con los mismos derechos.

—¿Fue la creación de Sudán del Sur como un nuevo e independiente país del mundo la consecución de su sueño personal?

—Sí, creo que la gente del sur logró por fin que su dignidad y sus derechos y su cultura fueran reconocidos y respetados, porque hasta entonces no estaban autorizados a practicar su propia cultura, incluso su lengua. Por eso ha sido una gran honor para las gentes del sur haber alcanzado su propia independencia. Ya no son ciudadanos de segunda con respecto a los habitantes del Norte, como ocurría antes. Son iguales. Fue una gran conquista. Y en África es uno de los países que llegó a la independencia sin violencia. Mucha gente pensó que habría conflicto, que habría guerra cuando se produjera la proclamación, y no ha sido así. Fue una celebración absolutamente pacífica a la que acudió gente de todas partes del mundo y no vio ninguna clase de incidente. Algunas ONGs abandonaron el país por temor, pero no ocurrió nada

—Sin embargo, el petróleo de Abiyei oil, los recursos, la confianza mutua… son todavía graves problemas dentro de Sudán y entre el Norte y el Sur?

—Por eso hablaba antes de provocaciones por parte del norte. Abiyei [región petrolífera situada en la nueva frontera trazada entre el norte y el sur, con yacimientos que se extienden a ambos lados de la linde] ha de celebrar todavía su propio referéndum, tomar su propia decisión. Fue la gente de Abiyei la que pidió ser administrada desde Kordofán del sur, por razones de suministro, porque era más fácil obtenerlos desde el norte. Fue el acuerdo de sus jefes. Pero si nos lo piden, nos retiraremos. Por eso Abiyei debe celebrar su propio referéndum. Ellos no son norteños, son sureños, y debían ser administrados desde su propio estado en Wau, en Bar el Gazal, en el sur, que es su propia tierra.

—¿Alguna razón para la esperanza este año y los siguientes para construir un verdadero camino hacia la paz entre ex compañeros de un viejo país? Todavía hay disputas sobre el trazado final de la frontera…

—Tenemos muchas relaciones. Hubo muchos matrimonios entre gente del Sur y del Norte, hay hermanos y sobrinos. Sería natural que tuviéramos relaciones mucho más estrechas con el Norte que con otros países alejados, como Alemania, Francia, España… En cierto modo ellos nos necesitan, como nosotros los necesitamos a ellos, a causa de su acceso al Mar Rojo, y otras cosas. Tenemos muchos recursos que compartir. Durante el tiempo de la colonia todas las industrias, todo estaba en el Norte, el dinero, todo fue al Norte. Hay cosas que nosotros necesitamos de ellos. Puede que continúen las diferencias, pero continuaremos las conversaciones, quizás con el régimen actual, tal vez con un nuevo régimen.

—¿Qué piensa de la decisión del Tribunal Penal Internacional de perseguir al presidente sudanés?

—Prefiero no entrar en esa cuestión, sobre todo ahora que somos un país independiente. Prefiero no opinar sobre el presidente de otro país. Cuando hablamos de la justicia, desde el punto de vista de la Iglesia, no hablamos de diente por diente, ni de ojo por ojo. No es eso lo que la Biblia nos enseña. Esa justicia internacional es distinta de la que yo hablo. Aunque él hubiera hecho algo contra mí yo rezaría por él.

—Como un buen cristiano….

—[Se ríe] Como un buen cristiano.

—Durante muchos años fue conocido como el obispo errante, sin un verdadero techo bajo el que vivir para evitar los regalos que el Norte le enviaba a usted y a su gente en forma de bombas. ¿Se acabó para siempre? ¿Tiene ya un verdadero lugar donde vivir pr fin en paz?

—Bueno, paz no significa que no haya guerra, que no haya disputas, que no haya trabajo duro que hacer. Eso no significa que haya paz. Además de todo eso tú has de permanecer tranquilo y a gusto, eso significa paz para mí. En Kurón yo tengo un espacio para vivir que es más o menos como esta salita [en la sede de la revista «Mundo Negro» y los padres combonianos, donde reside durante su estancia en Madrid], con un baño pequeño y una cama. No necesito nada más.

—Pero ya ha dejado su vida errante…

—He dejado mi vida errante con la gente. Los noruegos me han preguntado qué ha pasado con nuestro cuartel general en Torit donde está la sede de la diócesis de la que Tabán era obispo hasta que se jubiló]. Les dije: están allí. Pero ellos, los de ayuda noruega, dijeron: siendo usted un hombre de Dios, ¿nos está diciendo la verdad? Porque tenemos fotos que muestran que han crecido árboles dentro de las casas. Sí, los árboles están allí, les dije. Pero cuando regresen a Torit verán que lo importante no son los edificios, es la gente. La gente es ahora la que se encarga de la administración de Torit, y del Sur. La gente que vosotros habéis formado. Esos son los nuevos edificios. Y cuando el año pasado celebramos 40 años de presencia en el sur de Sudán la gente bailó para ellos. No son los edificios los que bailarán con vosotros, será la gente. Y ellos admitiron al fin: está bien. No son los edificios. Es la gente.

—En 2004, fundó el Poblado de la Paz, donde intentó recrear Neve Shalom/Wahat as-Salaam (Oasis de paz, en hebreo y árabe), cerca de la carretera que une Tel Aviv con Israel, donde familias palestinas e israelíes tratan de vivir juntas a pesar del conflicto. ¿Qué es Kurón?

—Kurón es un oasis de paz en medio del desierto. Es una estrella caída del cielo en medio del desierto. Pero cuando llegas allí verás que hay luz. Tú puedes caminar quinientos kilómetros y no encontrar nada. Pero en un determinado momento encontrarás esta luz, este oasis de paz. No muchos edificios, pero sí tenemos un puente sobre el río, que une dos provincias y que tiene un gran significado. Antes de ese puente no podías caminar ni un kilómetro sin encontrarte con una tribu hostil.

—Los otros.

—Los otros. Tenías miedo. Cuando construimos el puente hubo gente que dijo que estábamos abriendo la puerta a los enemigos. Ahora, todos los que solían llamarse unos a otros enemigos se llaman hermanos, amigos. Creamos talleres, un campo piloto, un teatro en el que mostrábamos cómo vivían los pastores (cuando llovía, morían; ahora bailan; y al verlo lloran), un equipo de fútbol para fomentar la paz en el que juegan miembros de tribus que antes estaban enfrentadas. Hemos establecido lazos entre gentes de la frontera con Etiopía y de las regiones de Equatoria Oriental, en Sur Sudán, gentes de diferentes tribus de pastores: toposa, murle, jie, kachipo, buya, nyangatom, turkana, y muchos otros. Todos ellos se llaman ahora hermanos. Antes se llamaban nyemoi, enemigo, en toposa. Ahora se llaman dopai, amigo, hermano. Ahora hablan entre ellos. La gente ha creado su propia policía comunitaria, no hay ejército ni policía.

—¿Les han enseñado a confiar unos en otros?

—Les hemos enseñado a confiar unos en otros y a resolver sus problemas. Ahora están trayendo a miembros de las tribus nuer, dinka y otros seis condados, diez de cada tribu, para ver cómo hacemos en el Poblado de la Paz de Kurón, en Sudán Meridional, Sudán de Sur. La ONU nos está ayudando a traerlos en helicóptero para que aprendan a hacer la paz entre ellos. Entre el 8 y el 10 de febrero habrá un encuentro con todos ellos para enseñarles a hacer la paz y trabajar juntos. Por eso tengo que estar allí para hablarles. Como había sido el obispo de todos ellos durante la guerra confían en mí. Doctor John dice, no hay que llevar a la gente a la ciudad, hay que llevar la ciudad a la gente.

—¿Está preocupado del avance del radicalismo islámico en países como Malí, Nigeria y Sudán hacia el sur de África?

—Me parece que estamos viendo una especie de cruzada, igual que hicimos nosotros, los cristianos, con las cruzadas. Pero una religión basada en la guerra no puede ser una verdadera religión, sería un monstruo. Una religión que intenta extenderse mediante la fuerza es un monstruo. Quienes hacen eso intentan utilizar a los jóvenes que no saben historia, deberían aprender del pasado, de la historia.

—¿Comparte la idea de que era necesaria una intervención militar en Malí, y con tropas francesas?

—No lo sé. Creo que si se trata de algo temporal, tal vez. Pero no lo sé. Si se puede encontrar un camino, mejor. A veces vemos a quien golpea, pero no al que es golpeado. Tenemos que sentir piedad por ambos. Tenemos que encontrar la manera de arreglar las cosas, además de atender a los que sufren ver por qué son arrogantes los arrogantes. Hay una herida en esas personas, y debemos encontrar el camino para curarles. Hay heridas entre los fundamentalistas, como hay también heridas entre quienes son sometidos por ellos. Por eso tenemos que rezar a Dios para que nos ayude a encontrar el mejor camino.

—¿Ha sido su vida como imaginaba cuando ingresó en el Seminario Menor de Okaru para convertirse en sacerdote?

—No podía haber imaginado cómo iba a ser mi vida. Fue mucho mejor. Nunca pudimos pensar que las cosas iban a ser como fueron. De todos modos, nosotros hacemos nuestros planes, pero Dios tiene los suyos. Y los que prevalecen son los planes de Dios. Y cómo terminará, todavía no lo sé. Pero estoy satisfecho de que Dios me llamara a Okaru, sin que yo supiera muy bien qué buscaba. [En el libro «Mons. Paride Tabán, constructor de paz en Sudán», una suerte de autobiografía redactada por Alberto J. Eisman a partir de largas conversaciones con el obispo, que acaba de publicar la editorial Mundo Negro,se dice que lo primero que le atrajo fueron las elegantes sotanas blancas de los misioneros. Pero una vez en el seminario recibió la llamada del sacerdocio]. El año pasado cumpliré 50 años como sacerdote y volveré a Okaru, que fue la cuna de muchos sacerdotes. Y espero celebrar allí ese aniversario.

—¿Quién es Paride Tabán?

—Está sentado delante de usted. Es un instrumento de Dios para la gente, para su gente. Hubo un conflicto por la propiedad de la tierra entre los acholi y los madi [Tabán es madi]. Cuando, como obispo, me preguntaron de quién era la tierra, dije que había nacido en el lugar, que allí había crecido, que allí me había educado, me había hecho obispo, pero que no sabía de quién era la tierra. Y cuando huyeron a Uganda, les pregunté, quién te acompañó, quién te ayudó, quién te bautizó. Tú, tú, tú. Podríais hacerle la misma pregunta a Jesús. Él nació en Belén, pero no sabría decirte de quién es la tierra. Dios creó la tierra para la gente. Ahora vivo entre los toposa reconciliando a las diferentes tribus. Y no sé quién soy. Soy el siervo de Dios, eso es todo lo que sé de mí mismo.

Por Alfonso Armada
Fuente: ABC

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El Nilo Azul y sus pueblos, un mundo rico en culturas pero casi ignorado

El curso del Nilo Azul, a través de Etiopía y después Sudán, hasta llegar a Jartum, donde confluye con el Nilo Blanco, es un mundo poco conocido y casi olvidado, jalonado, sin embargo, de pueblos y culturas de una gran riqueza y diversidad.

Explorar estas culturas y dar a conocer esta parte muy ignorada de África es el objetivo que se propuso el viajero Javier Gozálbez con su libro «El Nilo Azul. Testimonio de un mundo olvidado» (ed. Altaïr) .

Siete años le ha llevado al autor concluir el que él considera «un libro de viaje al que se unen una serie de reflexiones, vivencias y experiencias y que quiere dar toda la información posible sobre esos pueblos», como señala en una entrevista con Efe.

No es su primera incursión en esa zona, ya que su historia de amor con Etiopía ya le llevó a publicar hace años «Etiopía, un rostro con tres miradas», en colaboración con su esposa, Dulce Cebrián, con el fin de «cambiar la imagen de país desértico, con hambrunas, que sin duda existen, por la de un país multirreligioso, multicultural y con una naturaleza increíble».

De la constatación de que Etiopía suministra el 86 por ciento del agua del Nilo y utiliza menos del 2 por ciento surgió la idea de hacer otro libro sobre la problemática del agua, «pero esto era muy técnico, y al final decidí ir a recorrer el Nilo, y sobre todo a ver a sus gentes, cómo viven», afirma el escritor.

Aunque pensaba limitar el recorrido por el río hasta la frontera con Sudán, decidió alargarlo hasta Jartum, donde el Nilo Azul confluye con su hermano, el Blanco, lo que extendió tres años más el proyecto.

«Durante 5 o 6 meses leía, me documentaba exhaustivamente sobre un tramo del río, y después iba a recorrerlo, en coche, andando o en mula, generalmente en viajes de dos semanas ya que mi salud no aguantaba más», narra Gozálbez.

Y es que seguir el curso del Nilo no es tarea fácil, «tiene una orografía muy accidentada, el clima es muy duro, hace un calor sofocante y siempre tenía que ir en la estación seca, que es cuando los caminos y las sendas son transitables».

«En esa estación, el Nilo tiene menos belleza, porque los árboles son de hojas caducas, pero es la única forma de ir», señala este viajero y boticario que, además de explorar los pueblos, hizo un exhaustivo estudio de las plantas y de las aves locales.

El recorrido lo hizo centrándose en todos los pueblos asentados en las riberas, y especialmente en el campesinado, más que en los núcleos urbanos, y dejando de lado los lugares más conocidos, hasta el punto de descubrir sitios que no figuran en los mapas y que él traza por primera vez.

El resultado es una completa investigación desde el punto de vista sociológico de toda una serie de pueblos que «viven con muchas carencias, empezando por la falta de infraestructuras de comunicación, y en condiciones de supervivencia día a día» y de los que destaca siempre «el enorme esfuerzo que realiza la mujer».

Así, de Etiopía habla de «los amhara, los más conocidos, los que han llevado el peso de la historia y el pueblo dominante de ese país, muy apoyado por la Iglesia etíope».

Pero hay otro pueblo que es «el mayoritario, los oromoo, que ha estado muy infravalorado, tanto por la cultura amhara dominante como también por una Europa donde siempre se ha escrito sobre los amhara, ya que la mayoría de los emperadores eran de esa etnia», señala.

Además, habla sobre «otros pueblos etíopes muy marginales que están en la periferia dentro del Nilo Azul, como los gumuz, los shinasha (de los que nunca nadie ha hablado), los berta o los agaw».

En Sudán describe a pueblos «de los que casi nunca se ha hablado, excepto a veces en medios muy académicos. Por ejemplo, los angessana, los rufaa, los sukriya, y una serie de grupos árabes.

Y destaca a «un pueblo muy especial, los funch, que crearon el Sultanato Funch de Sinnar, que la historia eurocéntrica prácticamente ha ignorado».

En su recorrido por la parte sudanesa del Nilo Azul, también convive con los fulani y los hauss, «que proceden del norte de Nigeria, y que de camino a La Meca se quedaron en Sudán».

Por Virginia Hebrero

Fuente : La información

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La igualdad de la mujer posibilitará la modernización del Islam

Hasan Hánafi apela a la reconciliación de razón y fe para superar los fundamentalismos.

La obra de Hasan Hánafi es una contribución actual a un deseo que estuvo presente, sobre todo, en los primeros siglos de historia del Islam: la búsqueda de armonía entre la revelación divina y la razón humana, que respondería a la obra natural del mismo Dios islámico. A este deseo respondió el interés científico del primer Islam. Ahora, la razón podría ser una guía que permita a los creyentes actuales salir de esquemas fundamentalistas impuestos dentro del Islam en los últimos siglos.

Desde esta perspectiva de superación de fundamentalismos, Hánafi defiende la importancia de la mujer, y el pleno reconocimiento de sus derechos y de su igualdad, para la entrada generalizada del Islam moderno en la ilustración moderna y, en consecuencia, en un nivel más profundo del conocimiento de la fe religiosa islámica. El profesor puede contribuir a conocer la línea de pensamiento de intelectuales de prestigio que luchan hoy en día por conducir al Islam hacia la razón. En un artículo reciente, publicado por Masry al-Yowm, Hánafi escribe lo siguiente:

Reunir mujeres y coptos bajo un mismo epígrafe y en un mismo análisis parece extraño, pero en realidad no lo es pues la visión de los dos (grupos) es una, ya que la mentalidad que hay detrás de los dos es una, y la imagen que hay detrás de los dos es una. La división de la sociedad, cuyos miembros están unidos por un mismo lazo, en una minoría y una mayoría, se hace, de acuerdo con una denominación religiosa, en coptos y musulmanes, y, de acuerdo con el sexo, en hembra y varón. División que sigue existiendo en los documentos de identidad, que expide el estado, o en los documentos de embarque en los aeropuertos, una división que no sirve para nada.

¿Qué importancia tiene si el portador del documento nacional de identidad es un varón o una mujer para conocer su personalidad, o en las operaciones bancarias, o en los departamentos de policía, o en las instituciones de enseñanza? El ciudadano ante la ley no tiene sexo, sea varón o mujer. En los contratos de matrimonio, el agente del cadí no lo necesita para conocer la personalidad de los cónyuges, cuál es el varón y cuál es la mujer, no necesita más que ver la manera de vestir y el arreglo. No se va a confundir y resulte que se casen dos varones o dos mujeres. Los hospitales no lo necesitan para saber si el titular es un varón o una mujer.

Es la extraña mentalidad que se enorgullece del sistema democrático, que se basa en la minoría y la mayoría, de modo que la mayoría gobierna y la minoría pasa a la oposición, luego gobierna la minoría si se convierte en mayoría, y la mayoría si se convierte en minoría, pasa a la oposición. Esta división se trasladó a la religión, en protestantes, católicos y ortodoxos, en blancos y negros, en América, en habitantes de origen y de inmigración, en un mismo país. Luego estas clasificaciones llegaron a la patria árabe y al mundo islámico, para dividir los hijos de una misma patria en minoría y mayoría, según la religión, musulmanes y cristianos, o según una comunidad, sunna o chía, o según el sexo, varones y mujeres, o según las razas, árabes, persas, kurdos, turcomanos y beréberes.

Quizá esto fuera algo natural en las sociedades en las que está enraizada la idea de ciudadanía común y no corren peligro de división en varios estados. En relación con los nuevos estados que surgieron después de los movimientos de liberación nacional en el siglo pasado, las sociedades siguen siendo más fuertes que los estados y no han acabado con sectas, razas, tribus, clanes, o todo resto del pasado. El occidente descubre en ellas una minoría de una cantidad numérica y la convierte en religiones, tribus o géneros. Indonesia resulta ser, no un estado islámico, sino una mayoría musulmana. Iraq estará compuesto de un número de sectas y razas, de suníes y de chiíes, de kurdos, árabes y turcomanos. Turquía será una mayoría de musulmanes, compuesta de turcos y de kurdos. Todo el Golfo Arábigo estará compuesto de suníes y chiíes, el Yemen de zaydíes y chafiíes . Egipto estará compuesto de coptos y de musulmanes, Sudán, de árabes y africanos, Marruecos, de árabes y de beréberes.

Dado que en occidente también existe un problema con el estado civil como, por ejemplo, se ve en la dificultad del divorcio. En las costumbres sociales está la supremacía del hombre, a pesar de la modernidad y de la ilustración, en particular, en los Estados Unidos de América. Pero empezaron los movimientos de liberación de la mujer, y el discurso pasó a los occidentalizados en nuestras sociedades, de modo que aparecieron libros acerca de la “liberación de la mujer” y “la mujer nueva”, siguiendo el modelo occidental, que fueron atacados por los partidarios de lo antiguo. Esto a pesar de que en nuestras sociedades tenemos problemas con las leyes del estado civil, que siguen igual desde hace catorce siglos, sin renovación de acuerdo con los cambios de la época, ni de acuerdo con el esfuerzo interpretativo y con los fundamentos de estas leyes, algo que permite la ley revelada, y tal como han hecho algunos movimientos reformistas.

Las minorías son memoria e historiaEl concepto de minoría y mayoría es el que triunfa con orgullo en la democracia, pues la relación entre la una y la otra es la relación entre el vencido y el vencedor. Así, se convirtió en una minoría derrotada y en una mayoría victoriosa tanto en la religión como en el sexo, siendo el objetivo dividir la sociedad en sectas, facciones y grupos. Como esta nación (Egipto) no conoce existencia, ni soberanía, ni pertenencia más que la pertenencia a la religión, a la secta, al sexo, a la raza, al clan, a la tribu o a la familia, después que los movimientos de liberación nacional contra el colonialismo y la ocupación triunfaron.

Después las potencias occidentales no han cejado en negar la existencia a estos estados nacionales y en negar el carácter de nación a sus sociedades, actuando con ideas reaccionarias, mientras ellas invocan la modernidad. Los conceptos de división prosiguen: Ṣâʻidî y Baḥrâwî , beduino y urbano según la dirección geográfica, y despedazando la nación por direcciones u operando con sectas pequeñas, para negar la unidad mayor, la nación.

El hecho de ser varón o mujer no constituye identidad alguna, es una variedad dentro de la naturaleza, basada en la diferenciación y la unidad, de modo que el amor es el vínculo entre una y otra, la variedad es sobrevenida y la unidad es original. Las diferencias en religión no son originales sino que proceden de etapas o fases distintas en el desarrollo de la conciencia humana. La sustancia es única, pero sus formas son distintas. La Ley en el judaísmo, el Amor en el cristianismo, y la Justicia en el Islam. La secta no es una identidad; la sunna o la chía, es una variedad histórica, cuya singularidad son las circunstancias político-sociales. La identidad solamente es la humanidad, la cual no conoce ni religión, ni secta, ni raza, ni sexo, sino el ser humano en cuanto humano. En árabe insân «ser humano» deriva de uns, la unión y el amor del prójimo, lo contrario al odio y al rencor a los que conducen el sectarismo y el sexismo.

El musulmán y el copto, el varón y la mujer, ambos pertenecen a una misma nación, viven en una misma tierra, trabajan en ella, dejan sus huellas en ella, nacen y mueren en sus espacios, sienten nostalgia por ella cuando están en la emigración. Es memoria y es historia. Es la fuente de inspiración literaria y artística. ¡Cuántas canciones nacionales hay en la historia de la canción en Egipto! La esposa del líder (Saʿad Zaghlûl) «La madre de los egipcios», en el sentimiento popular, se convirtió en una estación de autobuses y en un hospital mental. En los monumentos a la independencia nacional, el hombre y la mujer levantan juntos la bandera nacional o agarran el martillo y el yunque, para el desarrollo social, industrial y agrícola.

Es un nombre que resuena cada día cientos de veces, y a veces es la mujer sola quien simboliza a la nación, como sucede en los monumentos al «Renacimiento de Egipto», o simboliza la revolución, como sucedió cuando Hoda Shaarawi se quitó el velo , durante la revolución de 1919. La nación es la reunión de musulmán y copto, de varón y mujer, sin minoría ni mayoría, como si fueran fuerzas políticas que rivalizan por el poder, limitadas por los votos de los electores, y en las que interviene la información, verdadera o falsa. El nacionalismo o patriotismo es la pertenencia a la nación, que es la virtud que supera las religiones, las sectas y los sexos.

Los movimientos de liberación nacional se produjeron en nombre de la patria, y en ellos participaron musulmanes y coptos, hombres y mujeres, a pesar de las particularidades y de la multiplicidad, tantas como hay en la nación en cualquier secta y sexo, consideradas por criterios diferentes. En caso de que el concepto de nación quedara oculto y triunfara la imagen cuantitativa (de los grupos particulares), que las democracias modernas han escogido, entonces triunfaría un grupo sobre otro en nombre de la mayoría.

A veces el nacionalismo se transformó en un extremismo popular, como ocurrió en el nazismo, el fascismo, y el sionismo, se mezcló con el racismo, usando la fuerza y la agresión contra los pueblos vecinos. Desplazó a unos pueblos fuera de su tierra y la ocupó con otro pueblo, como el sionismo hizo en Palestina y ¡cuán rápidamente fueron echados! Porque todos los pueblos son iguales en su derecho a la libertad y a la independencia. A veces una secta conculca los derechos de otra, hasta el punto que hay guerras entre religiones y matanzas entre sectas y ¡cuán rápidamente acaban las sectas con el concepto de la ciudadanía común, que no se compone de un número de sectas sino de identidades!

Los movimientos de liberación de la mujer y por los derechos de la mujer reivindican la igualdad con el hombre en el derecho de representación en la vida pública, en las funciones directivas, en la labor parlamentaria, y en todas las manifestaciones de la administración. Se quiere que sea posible una «señora directora general». La liberación de la mujer es fundamental, liberación del dominio del hombre, luego, la liberación del dominio de las tradiciones sociales en sociedades patriarcales, pasando de «Amîna» a «Sawsan» en la conocida trilogía de Nagîb Maḥfûẓ (m. 2006). La verdad es que el hombre y la mujer, ambos necesitan de liberación, «Sî al-Sayed» la necesita antes que «Amîna». Son los sedimentos históricos y las costumbres sociales que se sustentan en el legado cultural sin solución de continuidad ni cambio, leyendo la ley revelada.

Algunas orientaciones conservadoras se apoyan en dos aleyas para defender la discriminación entre el varón y la hembra, que son «El varón no es igual que la mujer» (3: 36) y «El varón que tenga la porción de dos mujeres» (4: 11); aleyas que explican la posición social antigua de hombre y mujer. Cuando lo hacen, olvidan decenas de aleyas que los hacen iguales en la obra buena en este mundo: «No dejaré que se pierda obra de ninguno de vosotros, lo mismo si es varón que si es hembra” (3: 195), “Al creyente, varón o hembra, que obre bien, le haremos, ciertamente, que viva una vida buena” (16:97). Y refiriéndose al otro mundo, se dice que no hay diferencia entre el varón y la hembra excepto en el esfuerzo y el duro trabajo en el mundo: “¡Por Quien ha creado al varón y a la hembra! Vuestro esfuerzo, en verdad, da resultados diversos.” (92:3).

Dios ha creado el varón y la mujer para el conocimiento mutuo, tal como ha creado a los pueblos: “Os hemos creado de un varón y de una mujer y hemos hecho de vosotros pueblos y tribus, para que os conozcáis unos a otros” (49:13). Era una costumbre social preferir el varón a la mujer por su utilidad para la guerra y el comercio: “¿Es que la mujer es para vosotros y el varón para él?” . El consenso como fuente de legislación considera que si una fuente aparece una sola vez, es defectuosa, incompleta. No hay mayoría ni minoría sino respeto al conjunto y en pie de igualdad. Por esto llamamos a los intelectuales y los investigadores a que muevan el tema de la mujer y de los coptos fuera del ámbito de la mayoría y la minoría y lo lleven al de la ciudadanía común.

Comentario final

La lectura del artículo de Hasan Hánafi muestra de forma inequívoca que no es infiel a la religión del Islam, que es la religión de los suyos y que se acepta sin titubeos.

Pero quiere ir a las raíces del Islam. Allí es donde puede hallarse el verdadero reconocimiento del papel de la mujer y, por ello mismo, donde religión y razón pueden reencontrarse.

Pero en el artículo de Hánafi está presente por doquier la sensación de que lo esencial para el hombre es su condición universal. Por ello las religiones, y las facciones dentro de las religiones, son como manifestaciones historicistas, surgidas de las vicisitudes históricas de los pueblos, de sus diversas geografías y culturas ancestrales, que no deben impedir el ver la verdadera dimensión de la condición humana universal y de la condición religiosa universal del hombre. “Por esto llamamos a los intelectuales y los investigadores a que muevan el tema de la mujer y de los coptos fuera del ámbito de la mayoría y la minoría y lo lleven al de la ciudadanía común”.

Por Josep Puig Montada.

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AFAC lleva a los compositores árabes a actuar con la orquesta de cámara Kremerata Báltica – (+ Video)

Comunicado

Una primavera árabe/báltica- AFAC lleva a los compositores árabes a actuar con la ganadora del Grammy, la orquesta de cámara Kremerata Baltica el 3 y 4 de mayo en el Esterházy Palace, Eisenstadt, Austria [FTAB]

El Arab Fund for Arts and Culture (AFAC), en colaboración con la orquesta de la cámara Kremerata Baltica y la Esterházy Foundation, ofrece un concierto de música clásica contemporánea árabe -báltica en una «asociación insólita» que reúne a comunidades distantes y promete ser una experiencia enriquecida.

En los esfuerzos de AFAC para promover a artistas árabes y dar visibilidad al talento del mundo árabe, facilitar el intercambio cultural cruzado y crear espacio para la experimentación creativa, dos conciertos se realizarán en colaboración con la reconocida orquesta de cámara báltica, la Kremerata Baltica, y su fundador, el reconocido violinista Maestro Gidon Kremer. Conocido como «el mayor violinista vivo hoy», el entusiasmo de Maestro Gidon Kremer de explorar con AFAC las posibilidades de una colaboración con músicos y compositores de la región árabe han recorrido un largo camino para llevar este proyecto de una idea a la realidad. La Esterházy Foundation ha sido un emocionante catalizador para la realización de este concierto en su palaciego hall musical, el Haydnsaal, llamado como el compositor clásico prominente Joseph Haydn y diseñado para una acústica excelente.

Teniendo lugar el 3 y 4 de mayo de 2012, este concierto de primavera árabe-báltico incluirá a compositores clásicos y contemporáneos de las regiones árabes y bálticas, incluyendo las obras de compositores armenios, estones, egipcios, húngaros, italianos, letones, libaneses, sudaneses y sirios. Nueve músicos y compositores del mundo árabe estarán representados: MAias Alyamani, Fadia El-Hage, Zaid Jabri, Zakar Keshishian, Joelle Khoury, Ali Osman, Mustafa Said, Mohammad Taha y Mahmoud Turkmani.

En los laterales de este concierto cultural cruzado, un panel se celebrará en la University of Music en Viena en la noche del 2 de mayo para un debate informal sobre la música contemporánea y los retos a los que se enfrenta. En cuanto a las cuestiones de identidad, la globalización y la alineación, el título del panel es «Contemporary Music: Between Heritage, Individualism and Dialogue – An Arab Perspective». El panel estará abierto al público. [TAB] Martynas Grigas martynas@bkm.ee +37067440315 [FTAB]

Fuente Europa Press

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